Heracles realizó otra labor en el Peloponeso al llevarse a las aves depredadoras que vivían en la ribera del lago Estínfalo en Arcadia. Estos pájaros con plumas acabadas en puntas metálicas atacaban a los humanos y estropeaban sus cosechas con sus excrementos. Hercules los expulsó aterrorizándolos con una carraca de metal realizada por Hefesto y regalada por Atenea. Con sus flechas mató a varios de ellos mientras huían atemorizados.
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